EL IMPERIO DE LA INTOLERANCIA
Carlos Javier León Ugarte
El excelentísimo, celestial y divino Cipriani golpeó con furia su mesa con orlas doradas y fina madera, con la boca espumosa de rabia e intolerancia gritó a todos sus súbditos… ¡Porque Dios así lo quiere! Y en un segundo de glorificación santificada su ejército zombie y poseso repitió convencido y sin titubeos con los brazos exorcizados y subversivos: ¡Dios así lo quiere! Y corrieron como por inercia a tomar las calles sin prudencia, con la saliva ácida entre los dientes llenos de odio contra todo el que se opusiera o se parara frente a ellos, mientras que los salones eternos de la acrisolada iglesia retumbaron como nunca antes ante la marcha presurosa y obnubilada de su consorte que sonaba tan ruidosa y horrenda en los confines de las catacumbas cristianas desde sus orígenes….
Entonces el sano y sagrado Cipriani sonrió, sonrió exactamente como dicen que el diablo lo hizo cuando le entregó la manzana a Eva para que peque y haga más emocionante la vida que mi pederasta y mañoso profesor de religión me la repitió robóticamente los diez años de educación secundaria, carcajeó y se sintió elegido, posiblemente se sintió como el Papa Urbano II, cuando gritó a su cofradía exactamente lo mismo para iniciar la guerra de las Cruzadas en el año 1091 buscando desenterrar el cuerpo de Jesucristo del medio oriente para traerlo a occidente, o tal vez se sintió tan loco como el Papa Formoso cuando desepultó a su antecesor Esteban VI para colocar su cuerpo putrefacto en el banquillo de los acusados y enjuiciarlo en nombre de Dios, con él como juez, como fiscal, como abogado, como testigo y como jurado…Porque Dios así lo quiere ¡!, y lo dijo entre empantanosa juerga de vino y mancebas creyentes, dentro del imperio de la intolerancia que ya se construía entre sangre, vísceras y rumores de brujería en llamas.
Entonces apareció en escena otro vez, el majestuoso y omnipresente Cipriani con la mitra brillando y cegando al grimillón enfermizo que clamaba por venganza, y señalando con el dedo enjundioso de saberse ubicuo apuntó al padre Garatea, y todo su ejército corrió convencido por los medios de comunicación sixtinos, por las tribunas públicas de los claustros, todo y todos, porque salieron todos, desde los inanes vagabundos que almuerzan a diario con ochenta centavos en sus locales, llevando pancartas escritas por las tías que cobran el diezmo cada liturgia religiosamente, los feligreses que fueron bautizados cuando apenas pensaban en como gatear hasta el otro extremo, los imberbes jovenzuelos que siguen a la enamoradita devota a todos lados, los alumnos con cero en religión, los carismáticos catequistas de mirada ambigua y lasciva y las viejas arpías que rajan de sus vecinos y semejantes del vecindario, pero que son pías cada domingo antes de las doce y dentro de la misa, golpeándose el pecho…por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa….
Salió Rafael Rey, Lourdes Alcorta y todo el Opus Dei con el silicio en ristre y con la espada desenvainada le gritaron desgañitados y en sintonía de querubines sacrosantos con fondos celestiales QUÍTALE LA LICENCIA, y así fue, porque el enviado de Dios en la tierra sintió el susurro de su conciencia nada santa que en acorde con el susurro paranoico, machista y fanático del crucifico y el rosario, les dijo Garatea: Vade retro Satanás ¡!
Y todos se levantaron de sus asientos Aleluya ¡! Aleluya…Dios así lo quiere…
El excelso y sublime Cipriani se sintió digno, dueño del cielo y de la tierra, cogió su cofia dorada y su copa embalsamada de perlas y de vino tinto y miró con desdén a sus súbditos, vio de reojo el enorme crucifijo de Jesucristo que yacía crucificado frente a todos y se sintió más poderoso que éste, luego pensó un momento sin titubeos, entonces con un grito solemne mandó a retirarse a toda su consorte de fieles hasta quedarse solo, solo en la penumbra de la noche, mientras intentaba soñar con Montesinos y Fujimori a su diestra e izquierda, mientras que los demonios de su intolerancia empezaban a despertar gozosos, en busca de almas y victimas para devorarlas.
Es palabra de Dios…te lo pedimos Señor