De vuelta al barrio me suena a un tango argentino, tal vez sea un vals criollo, no lo sé, o quizá una simple frase popular que hemos inmortalizado en cada esquina, tal vez algún especialista en música o historiador seguidor de este humilde blog podría ilustrame, lo cierto es que hoy más que nunca la hice mía.....

La hice mía porque tuve la buena dicha de recorrer las calles de mi viejo Rímac, el distrito donde viví mi adolescencia y donde me enamoré por primera vez, de la pelota, de los amigos, de las palomilladas más excelsas que puedan descansar en la memoria rejuvenecida de un treintañero que ya va llegando a la inconmensurable meta de los cuarenta, pero sobre todo de aquellas colegialas que discurrían pomposas por sus jirones regalando miradas no muy inocentes, y derramando lisuras en todos sus acepciones literarias , algo que tal vez también premió la lucidez y frescura que originó la letra que nos regalara Chabuca Granda hace ya muchos años de ausencia....

De vuelta al barrio y sin misericordia, pasé al lado de mi hija, calle por calle sin mezquindar ninguna cuadra, sin dejar de remirar ningún balcón derruido, ni mucho menos  atisbar con temores a los amigos de lo ajeno y a miradas aguardientosas, los viejos callejones que engalanan sus avenidas....

Regrese y allí estaban, las mismas palabras que escribí en algunas de sus paredes, y allí estaban los mismos amigos que deje en las esquinas, y allí estaban los inocuos fantasmas que rodeaban mis memorias, todos estaban, el  zambo Cavero saliendo de algún parlante a viva voz, el grito de la abuela morena anunciando la sopa de frejoles caliente, y la salsa de Ismael Rivera en el oído del bailador pasajero....

La Alameda de los Descalzos tomando la posta al pie del Paseo de Aguas, la Plaza de Acho que aun murmura su tortura absurda, el jirón Marañón destartalado pero amigable entre sus entrañas, el jirón Pizarro con sus picarones en ciernes, la Flor de Amancaes paseando su ternura entre sus cerros, el tóxico humo de los carros ensuciando mi cara , el de mi hija y nuestros pulmones, el silbido y la patota, todos estaban...

De vuelta al barrio en vísperas de navidad, de vuelta al barrio en un ocaso de mis cabellera que ya anuncia mis entradas inminentes, de vuelta al barrio en mis labios con alegría y con ganas de abrazar a alguien, allí en el barrio donde crecí y viví cada cosa eterna que nunca se va, allí estaba otra vez más con fastuosa delicadeza de volver a escribir, mis sentimientos en un blog que tal vez nadie lea....